Las empresas emplean mecanismos de presión como los llamados en inglés «lobbies». Realmente quienes gobiernan no son los ciudadanos, sino las empresas que mediante coarciones consiguen lo que quieren. La única forma de presión de los ciudadanos son las huelgas, pero no son igual de efectivas, y requieren una organización muy superior.
Las grandes empresas pueden emitir comunicados y cerrar contratos libremente, y tienen el derecho de excluir a contratantes o a empeorar las condiciones en caso de que el gobierno no siga sus indicaciones.
No obstante, sus implicaciones son difíciles de demostrar, pero es seguro que estuvieron ahí.
Monsanto
Fundada en 1901, se inició con la producción de edulcorantes, DDT (un pesticida hoy prohibido por su toxicidad) y Agente Naranja (para la guerra biológica).
A mediados de los noventa, con el auge de los cultivos transgénicos, Monsanto se trasladó a la biotecnología, comprando las principales empresas de semillas modificadas genéticamente.
En 2005 ya controlaba el 90% de la venta mundial de semillas de soja, poseía el 35% de la cuota del mercado de las empresas de cultivos transgénicos en 2010.
Obliga a los campesinos a firmar contratos para que no puedan volver a plantar las semillas transgénicas, pues incumplirían la patente y podrían ser demandados. Es decir, favorece una agricultura de consumo, donde cada año los agricultores tengan la dependencia de Monsanto para plantar; consoidando aún más su monopolio.
Entre otros, las semillas transgénicas de su producción son resistentes al glifosato, clasificado por la OMS como probablemente cancerígeno. Pues hay evidencias experimentales no probadas eficazmente en humanos que indican la posibilidad.
El principal uso de los transgénicos es para alimentar animales o para agrocombustibles, y no para alimentar a los humanos en muchos casos. Suponiendo una ocupación de tierra cultivable por cultivos estériles para la sociedad.
Oposición en Europa
La Unión Europea solo permite actualmente el cultivo del maíz MON810 de Monsanto y la patata Amflora. Solamente el 0,01% de la superficie de cultivo de la Unión Europea se emplea en transgénicos. Sin embargo, más de seis países miembros han prohibido el cultivo de MON810.
En Francia, un grupo de científicos investigó el fertilizante Round up de Monsanto. Vendido como biodegradable e inofensivo. Una asociación denunció a la empresa. A pesar de ser su fertilizante más vendido, resultó ser sumamente tóxico. La querella, tras dos años de juicio, terminó con una multa de 15000€ frente a todos los cultivos afectados.
El mayor problema residía en que Greenpeace demostró que los cultivos transgénicos podían contaminar a los tradicionales mediante la polinización. Suponiendo, por tanto, el perjuicio de los agricultores que intentan elaborar productos ecológicos.
Oposición en España
España es uno de los países en los que más aceptación han tenido los transgénicos. Siendo uno de los principales productores del maíz MON810 de Europa. La UE prohibió por una sentencia la presencia del maíz transgénico en la miel. Los apicultores españoles se enfrentan a un gran problema, pues las pruebas necesarias para demostrar que sus mieles no contengan transgénicos son caras. Además de que también existe riesgo de contaminación de cultivos transgénicos cercanos que les produzcan claros daños económicos.
Situación internacional
En la India en 2011, el gobierno anunció que el 90% del cultivo del algodón era transgénico.
La única solución es una verdadera unión contra ellos, y no la indiferencia que caracteriza a la sociedad actual. Pues, a pesar de que en Europa está bastante regulado, en España la situación es de las peores de entre los países europeos.