Afortunadamente, la UE tiene una contundente política alimentaria, muy estricta, que nos proteje efectivamente de las adulteraciones y los alimentos modificados. Hay asociaciones a favor de los transgénicos, pues algunos de ellos son seguros científicamente para los humanos. No obstante, el problema no reside en si son o no seguros, sino en ser resistentes a plaguicidas que sí son perjudiciales.
Actualmente, está legalizado el maíz MON810 en Europa, pues presenta resistencia ante las plagas. Pero debe estar debidamente etiquetado. Por tanto, debemos observar bien las etiquetas de todo lo que comemos para asegurarnos de no comer nada que no debamos.
Además, no somos expertos en comida, y, por tanto, todos deberíamos consultar con un nutricionista cuál sería la dieta que mejor nos convenga. Y no para adelgazar, ni para sentirte mejor, una dieta para el día a día, no restrictiva, pero que regule todos los niveles de las sustancias en su justa medida que permita un aumento de la esperanza de vida. Esta es, según mi opinión, el mejor recurso del que disponemos.
Otro medio es el más antiguo, la herramienta de la manifestación. La protesta es el único medio del que poseemos, junto con el voto, de cambiar las cosas. Pero no nos animamos. No poseemos la iniciativa y es más cómodo dejar hacer a los demás. Es más feliz el más ignorante, según la máxima de El árbol de la ciencia de Pío Baroja. Y parece ser cierto.
Regulaciones de la UE
En el siquiente esquema aparecen los distintos tipos de controles que realiza la UE.
Webgrafía
- Food report, UE. Disponible aquí.